Los seis vecinos que tienen orden de no acercarse a Posadas se alojan en una cochera de Ochavillo, en la que se acuerdan constantemente de sus familiares.
La vida de José Manuel Muñoz Ferrera, Serafín Baena y Manuel Baena ha cambiado totalmente desde el pasado sábado. Fue en la madrugada y la mañana de ese día cuando los detuvieron, acusados de agredir a varios agentes. Así estuvieron hasta el lunes, día que pasaron en el Juzgado de Posadas prestando declaración. La decisión del juez sorprendió a todos, una orden de extrañamiento, más conocido como destierro. Su destino provisional ha sido Ochavillo del Río, donde fueron acogidos por Francisco Baena, hermano de dos de ellos y que finalmente también ha sido desterrado.
El jueves el juez dictaba una sentencia similar para otras tres personas, Francisco Santamaría, Eduardo -hermano de José Manuel- y Francisco Baena. Los tres cuentan que acudieron a prestar declaración al cuartel de Palma en calidad de testigos, "y nos detuvieron nada más llegar". Ellos se encuentran ahora con sus tres compañeros viviendo en una cochera en Ochavillo. Duermen en varios colchones esparcidos por el suelo y pasan el día "esperando noticias de los acontecimientos de Posadas".
Una situación que no solo están sufriendo ellos, sino toda su familia, "que son los que están más afectados y peor lo están pasando", confiesan. A pesar de que reciben visitas a diario, no pueden ocultar sus caras de incertidumbre mezclada con tristeza por lo que consideran "una decisión injusta del juez". "Ni en los tiempos de la dictadura se hacía esto", afirman. De hecho, la abogada de cinco de ellos, Pilar Torres, asegura que ni ella ni ninguno de sus compañeros de profesión habían visto nunca una medida similar. José Manuel sigue sin querer ser representado por ningún abogado, pues considera que él no debería estar en esta situación. Además, continúa con la huelga de hambre que inició hace ya siete días y que le ha provocado la pérdida de cinco kilos de peso.
Pero hasta nueva orden, los seis deben permanecer alejados de su pueblo. Allí tienen a sus familias, a sus amigos y sus trabajos, a los cuales no pueden acudir. "Lo único que quiero es poder volver a Posadas con mi mujer, mi hija y mi madre", asegura Francisco Santamaría. José Manuel y Eduardo explican que lo que más les preocupa es su madre, quien aún no sabe que el hermano pequeño también ha sido desterrado.
Todos, o casi todos, intentan que algunos familiares no se enteren de lo sucedido para evitarles más sufrimiento. Otro asunto que les preocupa es la economía familiar, pues "día que perdemos del trabajo día que no entra dinero en casa".
Asimismo, estos seis vecinos aseguran que sí se preocupan de las lesiones sufridas por los efectivos, "lamentamos que haya pasado todo esto", dicen, pero insisten en que "actuaron de forma irresponsable y se excedieron en el uso de la fuerza". Ahora solo les queda esperar.