Formaban un pequeño grupo de enamorados del agua que corre, de los manantiales. Amantes de los paseos, de las caminatas por senderos que siendo públicos son privados. Chiflados por el campo y la sierra que aquí está cerca y por descubrir entre alambradas y cotos. Un reducido ejército de voces atipladas y tímidas que coreaban sencillos lemas conservacionistas. Celebraban el día Mundial del Medio Ambiente de la única manera posible. Clamando a quien quiera oír que la madre tierra está enferma y que ha comenzado una lenta agonía llamada “cambio climático”. Que amén de los incumplimientos de Kioto, aquí en este supuesto oasis donde gobierna la izquierda que aún mantiene lo de unida y verde, las agresiones a la naturaleza son consentidas en el desarrollo insostenible.
A las parcelaciones clandestinas , ejemplo de la especulación chapucera, se une ahora la más profesional. La de las empresas constructoras. Talan cualquier obstáculo que se interponga en el camino de las máquinas y no importa si tiene o no valor ecológico, que aquí el que vale es el económico , el lucro disfrazado de mecenazgo y de neopatriarcado que justifica el desmonte de unas “zarzas y unos chaparros” por el empleo de subcontrata que arruina los convenios y vulnera los derechos de los obreros, reconvertidos en súbditos que aclaman a la mano que les da de comer.
Así ,el pequeño enjambre multicolor se dirigió un domingo de primavera a la sede de una de las empresas que practica el desarrollismo , la destrucción de los parajes naturales y la especulación, aquí y fuera como en San Fernando, Fuengirola o Benalmádena.
En contra de la propaganda , que abre el zoo sin permiso oficial, en una mala costumbre que parece norma en estos pagos, lo de hacer las cosas por la cara que luego vendrá la autorización, el 5-J se ha centrado este año en denunciar que el ladrillo es el motor de la economía que destruye sin piedad todo solar suceptible de enriquecimiento súbito.
En la última década el suelo urbanizable en este país ha aumentado 170.384 hectareas, lo que supone el 25% del territorio. Durante ese período se perdieron 239.248 hectareas. Sólo en 2005 se batieron todos los records de construcción y se edificaron 800.000 viviendas.
Este es el modelo de crecimiento de nuestro territorio que es defendido no sólo por la derecha, aliada natural del palaustre, sino por la izquierda. Aquí la de Rosa Aguilar ha renunciado al ecologismo que prende en su etiqueta de marca, y se ha pasado a defender incluso a quien se está caracterizando por ejerce una labor depredadora de la naturaleza, que se mofa de quienes defienden encinas y alcornoques y sin rubor afirma que de ese modelo participamos todos y que todos debemos apoyar.
Que la alcaldesa más valorada de Andalucía se haya convertido en corredora de fincas en nombre del empleo basura es tan demencial como que tranquilice al infractor y le asegure que “tranquilo que todo se legalizará”. Que su primer teniente de alcalde vea el tentáculo infame de la difamación en quienes ponen el acento en el cumplimiento de la ley ,es recurrir al denostado recurso de ese demonio al que siempre el imaginario colectivo culpa de nuestros propios males y errores: “La mano que impide el progreso y el desarrollo, que nos ancla en el antiguo régimen y que nos aparta de la modernidad”.
Ahora que los intelectuales se sientan en los consejos de administración de la Caja que también somos todos, quienes se oponen a este discurso en el que prevalece el interés personal al general, la contaminación al equilibrio ecológico, lo privado a lo público, ahora, digo son tildados por la izquierda que gobierna de antiguos o instigadores de la campaña para desalojarles del sillón.
La izquierda en el poder, como subrayaba el maestro Tecglen, es derecha con sonrisa. Esa que luce la alcaldesa que toma copas en el Arenal 2000 e introduce la palabra comprometida de Galeano en un equilibrio imposible de comprender . En la caminata ecologista sólo Paco Paños, exconcejal de la IU-LV-CA se tocó del sombrero de paja y anduvo hasta Colecor manifestando en la calle que estas no son maneras y que se desnaturaliza la izquierda. Sus bases, sus jóvenes, los del otro mundo es posible en en Porto Alegre y Caracas se quedó en casa o se fue de cañas a la Corredera donde se saborea entre tapa y tapa la charla antiglobalización y el próximo viaje a Cuba para cargar las pilas. Se supone que para no formar parte de la comparsa verde que la lealtad al jefe y al partido están por encima de la ideología, enterrada en los cimientos de un adosado con el que sueñan tal vez para el descanso revolucionario.
Los girasoles pintan la vega del Guadalquivir todavía. Verdes y amarillos que tiñen los campos que aún perduran a la especulación creciente. Cerca de ellos un gran letrero anuncia que el cemento pronto llegará a otra tierra de cultivo que ahora es barbecho para el ladrillo en las cercanías de Almodóvar del Río. Girasoles como el que una niña portaba ante la sede de Arenal 2000 el domingo del Medio Ambiente .
Córdoba 7 de junio de 2006
Alberto M. Almansa.Periodista