Torre desaparecida cerca del cortijo del mismo nombre
Texto en el libro: Paisajes medievales en la Campiña Sur de Córdoba (siglos XIII-XIV) de Javier López Rider (2020)
Más hacia el interior del suroeste de la Campiña, se halla uno de los núcleos de poblamiento más significativos, Torre Albaén, Albahén o Albadén, cuya morfología, restos materiales y topónimo denotan que pudo haber sido una alquería durante el dominio árabe.
Posiblemente, al igual que ocurre con las torres del Maestrescuela, Pascual de Oreja, torre del Maestre, La Membrilla, Torreblanca, Domingo Illán o del Alcaide, Fernán Núñez y Abentoxil, se ha originado a partir de una torre defensiva, permaneciendo hoy día algunos vestigios de dicha torre y cerámica del poblamiento instalado en época medieval. Su ubicación ha sido fácilmente localizable puesto que todavía mantiene su nombre un cortijo existente al noroeste de Fernán Núñez y norte de La Rambla. En su momento, M. Muñoz, remitiéndose al paleógrafo jordano I. Zaki Dajani, escribió que torre Albaén debía traducirse por torre de la Muerte o por donde ha pasado la Muerte. Sin embargo, en el diccionario arábigo-inglés se encuentra el término islámico Albadén, cuyo significado es ditch, ravine. Si se tiene en consideración, su significado sería más bien el de torre de la zanja o del barranco.
Las primeras noticias cristianas sobre esta torre datan del amojonamiento realizado en 1241 de situarse en linde con las tierras que entrega Fernando III en la torre Aben Hance en 1246,803 y del repartimiento de diversas heredades en 1249, donde se nombra la torre de Aluembarace (Aben Hance), cerca de la torre Albaén. Más rica es la información de 1260, donde aparece citada como cabeza parroquial que tiene bajo su jurisdicción:
Las casas de don Jaymes et las casas de Juan de Huerta et las casas de Martín Gil et las casas de los fijos de donna Teresa et de sus yernos, et las casas de donna Alda, et las choças de Pero Negro, et el villar de Ferránt Gutiérrez, et la torre de Melén Páez, et las choças de don Ximén et las choças de don Sancho, et las algorfiellas de Ferránt Gutiérrez, et las choças de Martín Ivánnez, et las choças de don Gonçalo de Santyago, et las choças de Gil de Saviot et de su madre et el cortijo de Sant Nicholás et las choças del villar de Pero Bocas.
En este momento, se podría tratar de una aldea villana ya que sus dimensiones la convertían en una de las iglesias rurales más extensas de la zona. Además, destaca la cantidad de unidades de poblamiento rural menores que tenía en su término, la mayor parte de las cuales se han podido identificar. Por ejemplo, las casas de Martín Gil, las de los hijos de doña Teresa y sus yernos, así como las chozas de don Ximén, aparecen vendiéndose como parte de las tierras del heredamiento de la torre de Fernán Núñez. En 1331 la esposa de Martín Gil, vende esas casas con la
mitad de la torre del lugar mencionado y el cortijo a Martín Alfonso. Lo mismo ocurre con los familiares de Teresa Martínez, que venden esas casas que tenían al lado de la torre y contiguas a las anteriores de los Gil. Por último, en 1345 se realiza un trueque entre la esposa de Ximén Pérez de Bedmar y Martín Alfon, por el que permutan la mitad de la torre y heredamiento de Fernán Núñez por unas tierras en Almodóvar del Río. Dentro de esa porción de tierra, debieron de ubicarse las chozas de don Ximén, cuyo nombre completo ya es posible saber.
Las restantes referencias sobre de su poblamiento proceden del ámbito eclesiástico, donde se mencionan las prestameras en 1264 y 1272. Esto confirma su continuidad poblacional durante todo el siglo XIII cuyo papel articulador era muy importante en estos momentos
Desgraciadamente, de la siguiente centuria no se han obtenido datos que puedan arrojar alguna información para reconstruir su desarrollo, aunque al igual que ocurrió en otros casos, posiblemente durante la primera mitad del siglo XIV se mantuviera como una aldea que fue perdiendo sus efectivos poblacionales hasta que, en la segunda mitad de esta centuria, pasara a convertirse en un cortijo de gran extensión. De hecho, desde principios de la segunda mitad del siglo XV aparece como tal, permaneciendo sus casas y torre como lo venía haciendo desde el siglo XIII.
En 1464 su iglesia permanecía en uso como lo demuestran los datos sobre el diezmo de la prestamera y los terzuelos del pan de los beneficiados en ella. Un año después, una carta confirma que hubo labradores en este cortijo residiendo y trabajando sus tierras puesto que se cita la cobranza del diezmo de la limitaçion de la Torre Albaén. Durante los años setenta, la situación sigue siendo estable y las cuantías de los años de 1472 y 1474 así lo demuestran. A lo largo de la década de los ochenta, la producción tan alta que tiene Torre Albaén y el continuismo en el pago diezmal, lleva a pensar que poseía un contingente poblacional bastante amplio en su cortijo. Sus cifras solamente están por debajo de villas mayores como Santaella o La Rambla. Desde 1490 en adelante, los datos confirman esta vecindad, citándose repetidamente las casas que había en el cortijo y su torre. Por ejemplo para 1492, a través de unos amojonamientos del licenciado Sancho Sánchez de Montiel, se detalla que un poco adelante del arroio que
dizen de Guadalcázar e por allí volver a mano derecha por enderecho de las casas del cortijo de la dicha torre el Baén e pasando por el monte, vn poco por la vera adelante del dicho monte, adelante e atravesar la cañada questá antes de llegar a las casas del dicho cortijo (…). Más detallado es el deslinde del día siguiente, donde se refleja la existencia de numerosas casas a ambos lados de la torre:
(…) hasta otros cien pasos, otro en lo hondo del vallejo en derecho de las casas, otro más arriba en derecho de las dichas casas, otro más arriba antes de llegar e las casas con la senda que sube a ellas, que viene juntos con las casas e corrales de él, otro mojón delante de las casas que a ojo a la otra parte e atravesar un vallejo, otro de cara del pasado e de las dichas casas e por la vera del monte adelante a la punta
de la vuelta hacia lo calmo en par e a ojo de las casas del cortijo de lo hondo e por la vera del monte a otro que se hizo al abajar del portichuelo (…) e por el dicho arroyo abajo por mojón, otro en canto el monte que a ojo al arroyo Guadalmazán a la salida el arroyo la Tinaja, otro en la vera sube hasta las tapias de la torre el Baen (…) por la vera del monte a otro más arriba que hizo de cara de las casas y por la vera del dicho monte a mano derecha de las casas antes de llegar a par de ellas entre unos lentiscos y por la vera del monte en lo alto en par de las dichas casas a ojo del pasado e por la raya que está hecha adelante por la dicha vera a otro mojón, que se hizo en lo alto que está en par del paredón de la torre que a ojo a la nava que pasa por allí (…).
En 1494 y con motivo de diversos problemas surgidos con el ganado que pene traba en las tierras de Torre Albaén y perjudicaba la cosecha, se vuelve a hacer mención a los labradores que están en el heredamiento y cortijo de este enclave poblacional. Para cerrar la evidente continuidad de este lugar, consta que en 1498 sigue manteniendo los diezmos y terzuelos de las prestameras, manifestando su débil población, pero conservando su pequeña parroquia hasta el final de los siglos bajomedievales. Su evolución posterior ha sido la de un cortijo tradicional de la Campiña cordobesa hasta hoy día cuya población, al menos desde el siglo XVIII, quedó desaparecida según la información de esa centuria. Por un lado, se representa muy bien en el mapa de 1752 al incluir este lugar entre las jurisdicciones despobladas de la ciudad. Y pocos años después, concretamente en 1789, se nombra como un despoblado más de este ámbito geográfico

Restos de la torre (Paisajes medievales en la Campiña Sur de Córdoba)