Publicado en Cartas al Director Diario Córdoba. Enlace

En un estado de derecho como el que definió en 1978 la Constitución Española, o tenemos todos los mismo derechos, o el "invento" no sirve para nada y estamos igual que estábamos antes de esa fecha (para los que aún recuerden cómo funcionaba "aquello"). Y además, no basta con que los derechos estén simplemente inscritos en los estatutos como indicios de buenas intenciones; los responsables de la justicia, como todas las personas en posiciones de responsabilidad, tienen el sagrado deber de aplicarlos y hacerlos respetar por todos.

Pues bien, parece que en Córdoba, y en el campo de la reivindicación de los caminos públicos, algo falla. Porque, cuando, por un lado:

-Se nos agrade físicamente o se nos amenaza con tiros y otras lindezas, a veces bajo las mismas narices de los agentes del orden, y el caso se archiva, a veces con una rapidez sorprendente.

-Por el contrario, si se nos acusa de cortar un candado, el caso llega a las últimas consecuencias.

-Llamamos a los agentes del orden ante un enfrentamiento y no vienen, pero los avisan los de la finca y están en seguida.

-Estos agentes --eso sí, con buenas maneras-- siempre acaban requiriéndonos que nos vayamos de la finca, aunque llevemos documentos oficiales que prueban el carácter público del camino y la parte contraria no aporta ninguna prueba.

-No se contesta a las denuncias a autoridades oficiales o, si nos ponemos pesados, nos responden con cualquier patraña.

-Tampoco se nos tiene informados de cómo avanzan los expediente abiertos, ni se nos da información sobre licencias, etc, en clara contravención de las directivas comunitarias.

-Las mismas autoridades niegan la validez de documentos públicos y oficiales como, por ejemplo, los planos catastrales.

-La policía tiene las manos atadas en el tema de los caminos por orden superior.

Mientras por el otro lado, sin embargo, los "caciques" del siglo XXI sí pueden construir, destruir, vallar y usurpar sin que se les impongan (o cobren, mejor dicho) las sanciones correspondientes, y cuando incluso un alto cargo les indica cómo pueden escabullirse de las consecuencias de sus actos...

En estas circunstancias, ¿quién va a creer en la justicia? Y estamos hablando sólo de una pequeña parcela del entramado judicial.

No es que nuestra plataforma esté predicando la revolución universal. Simplemente advertimos que cuando una herida se abre, se infecta, se tapa y no se cura, sigue supurando y algún día, por algún lado, tiene que reventar... siempre, por supuesto, que unos buenos médicos no le pongan remedio.

Pero esos buenos médicos, ¿dónde están?

Patrick Philpott y Antonio Blanco.

Plataforma Ciudadana "A Desalambrar!"